El otro día tuve la desfortuna de querer pasar por una zona donde se realizaba una marcha, en esta ocasión fue los trabajadores del IMSS apoyando a los del ISSSTE (apenas me entere que fueron varias mas organizaciones), que marcharon desde el ángel de la independencia hasta el zócalo de la ciudad de México, el resultado no fue mas que unas horas perdidas debido al cierre de algunas arterias y el consecuente trafico ocasionado.
No voy a hablar de lo que reclamaba la marcha, seguramente tienen alguna razón valida para hacerlo, no será la primera ni la ultima que se realice, voy a hablar de las marchas en si, de algunas cosas en las que no estoy de acuerdo con ellas.
Para empezar, los mas contentos (o al menos, menos preocupados) de que se realicen las marchas deben de ser los mismos gobernantes, gobernantes causantes del problema, ellos desde su lugar de trabajo agarran, prenden la tele y ven en las noticias que se desarrolla una marcha de tal a cual punto reclamando tal o cual cosa, total, ellos agarran, levantan el teléfono y le marcan a su grupo de granaderos para que los protejan y no pasa de ahí.
Los amolados somos nosotros, haciendo marchas afectándonos a nosotros mismos, con el tiempo perdido, con los negocios que cierran, con el peligro de que un granadero te de un mal golpe, al final no es mas que un nosotros vs nosotros, los granaderos no creo que pertenezcan a la clase política y salgan a defender sus intereses, son iguales a nosotros buscándose el pan de cada día, nada mas que a ellos les pagan por repeler a los demás, y los mas irónico es que les pagan con nuestro dinero, mientras el gobernante desde su sillón solo observa riéndose de cómo nos peleamos entre nosotros, de cómo nos amolamos mas unos a otros, total, el dinero no es suyo, el problema es para nosotros, los jodidos somos nosotros.
Siempre he pensado, ¿Por qué ese grupo de personas, no va directamente a donde este el gobernante? ¿Por qué no va a los pinos, al palacio de gobierno o el lugar donde se encuentre el responsable? Lo saca de los … y le exige que cumpla con su trabajo, trabajo para el cual le estamos pagando (en la mayoría de los casos mucho muy bien pagados), y no lo dejan ir hasta que se encuentre la solución al problema, hasta que haga realmente su trabajo, hasta que cumpla con lo que ofrece o lo que se espera de su cargo.